Un sábado al mediodía —bueno, en realidad pasado el mediodía, era la 1:30 p.m.—, el hambre nos invade a mi esposa y a mí: era la hora del almuerzo. Ya teníamos el destino fijado a un restaurante conocido, mas no frecuentado y al llegar…adivinen, estaba totalmente reservado para una fiesta privada. Uno con hambre y la gente ocupando puestos, bueno pue’, qué se le va a hacer.
Eran ya las 2:00 p.m. y aún no almorzábamos, ya el hambre adquiría proporciones monstruosas, al menos en mí, jejeje. El problema es que somos un par de indecisos a la hora de ir a comer, casi nunca sabemos a dónde queremos ir o qué deseamos comer. En fin, la única zona cercana y “de paso” a nuestro destino final, era el Casco Antiguo. Así es que, ¡hacia allá nos dirigimos!
Recorriendo, mirando, y dando vueltas por todo el Casco, no encontrábamos estacionamiento disponible o simplemente no sentíamos antojo por lo que observábamos. Y el hambre, ahí, más grande y más presente a cada minuto.
Nos dimos cuenta de que muchos lugares, especialmente esos restaurantes ubicados en recovecos no están para nada señalizados, es más, ni sabíamos que eran restaurantes hasta que pasamos caminando luego.
Ya bordando en la desesperación vimos un lugar con estacionamiento, sí, con estacionamiento disponible y nosotros con hambre. Así que dijimos:”Éste es el que es”. Entramos y resulta que éramos los primeros clientes jajaja, acababan de abrir justamente. El lugar era Da Vinci Deli Pastas Gourmet.
Recorriendo rápidamente el menú: como entradas había bruschettas, antipastos y su par de ensaladas. Las bruschettas, oscilan entre los $6 y $8 dólares. Pastas normales (entiéndase de cajeta) entre $11 y $13 y las artesanales de $15 a $20; un momento ¿artesanales?. ¡Toy! dijimos ambos. ¿Los precios de las ensaladas? Mmm no sé, nunca las pedimos 😛
No habíamos ido, ni escuchado de él, solo sabíamos que teníamos muchísima hambre, que estaba abierto y que tenía estacionamiento: razones suficientes para escogerlo en nuestra desesperación. Generalmente no pedimos entrantes, por que uno de los dos no es de mucho comer (pista: no soy yo), pero en esta ocasión, el sufrimiento era tan atroz que tocó pedir una (¡Oh que doloroso! ¿Verdad?).
Grata fue nuestra sorpresa, la bruschetta de salmón se veía muuuuuuy bien:
Un minuto después:
Uuuuuuff qué rica estaba esa bruschetta de salmón, la mejor que he probado por el momento. Para acompañar y refrescar el momento, un Mai Tai:
Momentos después, las pastas artesanales. Damas y caballeros, les presento la pasta artesanal tricolori de prosciuto:
Y como estelar de la velada, la pasta frutos del mar:
¿Qué si estaba bueno? Buenísimoooo, véanlo por ustedes mismos:
Estos son los datos: