Un día saliendo de trabajar, me di cuenta de que la tarde reunía unas condiciones agradables a la vista: buena luz, cielo de colores y charcos de agua (apenas había acabado de caer un torrencial aguacero), en tres palabras: UNA TARDE ESPECTACULAR.
Como niño con juguete nuevo fijé rumbo al Casco Antiguo de Panamá, pues, la verdad no recordaba tener buenas fotos de un atardecer desde el Casco.
Iba manejando, cero tranque (*check*), buena señal. Llego al Casco, encuentro estacionamiento cerca (**cheeeeeckkkkk*), estaba fresco (*cheeeccckkkkkkkk*). Realmente era el destino, buena elección :D.
En el Casco, específicamente el CascoStation (un lugar super cool para trabajar y tener oficinas propias), trabajan varios amigo/as míos y siempre que estoy por la zona, trato de pasar a “pegarles una visita”. Estaba por cosas de la vida, mi amigo Alvaro Ching, fotógrafo de profesión, muy bueno por cierto, y aproveché para indicarle que la luz estaba muy buena. Sin pensarlo dos veces, salimos cámara en mano a hacer fotos (claro, él con “la cámara” y yo con una “point & shoot”, cuestión de ego, digo, hombría :P)
Hay ciertos “tips” sobre cómo aprovechar los “spots” de luz para hacer fotos callejeras que vienen muy bien en momentos como éste. Estos “spots” de luz, pueden encontrarse en callejones, veredas, paredes con huecos, en todos lados, solo hay que saber mirar. Una vez encontrado el lugar escogido, sólo es cuestión de esperar el momento y sujeto justo para captar la toma (si la luz se mantiene claro está).
Caminando entre veredas y calles, terminamos en la Plaza Herrera, o más bien cerca de ella. En eso Alvaro avista una escena particular de niños jugando en una cancha mojada y nos acercamos por la curiosidad de tanto desorden causado por los niños de la vecindad. Tremenda decisión, empezamos a hacer fotos de los niños divirtiéndose, a tal punto que ellos mismos solicitaron que les tomásemos fotos ejerciendo la actividad favorita de los niños: ¡Jugar con agua! La verdad es que resultaba muy jocoso tratar de congelar los movimientos de los “peques” deslizándose en charcos de agua y tomando “chapuzones” en la cancha.
Experimentar con distintas técnicas de enfoque de la cámara (solo tenía tres días con ella en ese momento), calcular las distancias desde donde sacar las tomas (recordemos que estaba aún familiarizándome con la focal de 85mm) y congelar el movimiento fueron totales hazañas para la pequeña cámara, pues, había muchos elementos totalmente variables: agua por doquier (el equipo en cuestión no es a prueba de agua), niños jugando totalmente inquietos (impredecibilidad de movimientos/patrones) y otros más jugando fútbol tirando balonazos al azar (evitar que te pegue el balón sin perder la toma o que “vuele” el equipo de tus manos), fueron algunas de las condiciones que tuve que conquistar para obtener las imágenes que hoy presento.
Disfruté mucho la experiencia y aprendí un mundo de ella. Salimos totalmente mojados de recibir tantos “splashes” con agua, resultado de incontables chapuzones, deslizamientos y relajo de los peques en cuestión. Este fue el escenario que elegí para retar a la Panasonic GX7 y el lente de 85mm. Definitivamente no fue fácil, sobre todo porque estas cámaras no son famosas por seguir el movimiento; pero saben una cosa: cuando se quiere, se puede y con un paciencia y mucha motivación logré captar imágenes que capturaron el momento tal cual lo viví.