Las Cristalinas Aguas de Isla Secas

La Eterna Pregunta…

En medio del mar abierto, alejándonos de la costa hacia aguas PROFUNDAMENTE azules, rodeando el bote del “crew”, tuve la impresión de tener una familia con tendencias suicidas. ¿Porqué?, se preguntarán.

Como les iba diciendo, estando rodeados del INMENSO mar, sintiendo la fuerza del oleaje, —bueno estoy exagerando, el mar estaba relativamente tranquilo—, junto a cuatro personas y un perrito salchicha, ¿adivinen?  ¡NINGUNO DE NOSOTROS SABÍA NADAR! Todos nos mirábamos, con una pequeña sonrisa de impresión, de alegría y de BUCO RANTAN MIEDO, pues, dependíamos completamente del pedazo de caucho naranja fosforescente que teníamos puesto, conocido como salvavidas y de la habilidad del botero.

Caras de Miedo en el Crew, ¡hasta Dino estaba preocupado!

¿Porqué nos metemos en eso? ¿Qué nos hace querer vivir estas situaciones tan arriesgadas?  Ya les cuento: llegando a Boca Chica, un puerto en la costa del mismo nombre, en el Golfo de Chiriquí, empezamos a buscar “tours”, lugares para visitar y explorar.  Siempre con la idea de conocer lugares distintos a los ya conocidos en viajes pasados.  Hablando y conversando con el personal presente en la barra del hotel, preguntamos por playas. Mencionaron las clásicas, Gámez, Bolaños.

Aquí es donde la insistencia tiene sus frutos, interrogar y cuestionar, hasta llegar a la pregunta correcta:

“Pero señor, ¿cuál es la playa más bonita que ha visto por aquí?  Usted sabe, de esas con aguas cristalinas y arenas blancas.”

“Bueno”, nos contesta el hombre, “hay una, pero está algo lejos y la lancha es un poco costosa, pero eso sí, es hermosa”.

Nosotros contestamos con algo de desconfianza: “¿Ha ido usted a Bocas? ¿Son mejores que esas?”

A lo cual responde: “No he ido a Bocas, pero las personas que han ido a Bocas, Zapatilla y todas esas playas, y han tenido la oportunidad de visitar Isla Secas, dicen que Bocas no es nada al lado de esas aguas.”

Rato después nos consiguió un vídeo del lugar y nos puso a conversar con el dueño del hotel, quien sí había tenido la oportunidad de ir a ambas y de comparar. Este con gran seguridad nos comenta: “Isla Secas es mucho mejor, lejos”.

Escuchando esto, procedimos a conseguir botero y agendar la expedición al día siguiente hacia la legendaria Isla Secas.

Buscando y “googleleando” encontramos que sí existe, y que Isla Secas, es tanto el nombre de una isla como el del archipiélago del cual forma parte. Resulta, para variar, que como todo en Panamá últimamente, es privado.  Hay un “Eco-Resort” ($) muy bonito ($$) de cómodas habitaciones ($$$) y una de las formas de llegar es en helicóptero o yate ($$$$$$$$$). Siendo pobres, nos toca ir en lancha.

Leyendo toda esta información, encontramos porqué el tour toma medio día o un poco más: está a una hora de distancia y es obligatorio pasar por alta mar (¡GULP! recuerden, nadie sabe nadar en el equipo).  Igual preparamos todo para al día siguiente salir a nuestro destino: Isla Secas.

La Travesía

Después de levantarme temprano para captar fotos del amanecer (esas son fotos que mostraré otro día) fui a buscar al resto del “crew suicida” para tener la última cen—digo, desayuno del día.  Llevamos todo al muelle y a esperar al botero asignado. Lo primero que preguntamos a su llegada fue: “¿Tiene salvavidas, verdad?” casi en coro alzado.

Llegada al Paraíso

Una hora y resto después de estar, como decimos en buen panameño, “apretando”,  durante todo el viaje, llegamos a nuestro destino. Al pisar tierra firme, (¡qué alivio!) lo primero que notamos fue lo claro y cristalino de las aguas, la blancura y suavidad de la arena.  Es tal la claridad, que puedes ver muchísimos metros (no digo que kilómetros, pues sería una total mentira, máxime, siendo yo miope y de ojos jalados) dentro del mar.

Todos fijamos la mirada hacia distancia, contemplando el horizonte totalmente azul. El día fue esplendido, con nubes fotogénicas que adornaban el paisaje para suerte y gracia nuestra.  Ah… y de paso, la playa era TODA, repito, ¡TOTALMENTE NUESTRA!

Robinson Crusoe

Disfrutando de la playa, bastante distraídos, conversando, caímos en cuenta de que el viejo no estaba. Todos quedamos asustados y empezamos a buscar. Antes de que transcurriesen cinco minutos apareció saliendo de “la jungla de palmeras” con pipas en ambas manos.  ¡Nosotros preocupándonos y el señor resultó ser la reencarnación de Robinson Crusoe, consiguiendo qué tomar y comer en medio de la nada!

Entre las características más deseables y envidiables por todos nosotros del señor Robinson Crusoe, está la habilidad de “no ser picado por los mosquitos”. A ciencia cierta, no sabemos si es que no lo quieren picar o si él no siente cuando lo pican.  Mi hermano apuesta por lo segundo. Porque eso sí, la playa era totalmente nuestra y de los mosqui.. tos—.chitras.  Llevamos repelente “deep woods” pero aún así, los condenados picaban.

Recomendación: llevar “buco pocotón” de repelente, comida, bebidas en abundancia y a un Robinson Crusoe. Esto incremente significativamente las posibilidades de sobrevivir en caso de pasar algo en una isla desierta.  Ah, y sí, también recomiendo llevar algo que dé mucha sombra.

El Regreso

Ya el sol empezaba a pegar fuerte y el calor era notorio. Había palmeras, cocos y algo de jungla donde podías conseguir sombra…pero esa era la trampa donde esperaban los mosquitos, por lo que preferimos ir al agua por buen rato más XD. Golpeando el medio día nos dispusimos a emprender el camino de vuelta, sí, nuevamente, a través del INMENSO Y PROFUNDO MAR.

El regreso fue algo más turbulento, pues el viento Norte anunciaba su presencia. Por suerte, fue ya llegando al área de la costa, donde las distintas islas e islotes sirven de escudo contra este viento, resultando en aguas un poco más tranquilas. Al llegar de vuelta al hotel, nos recibió el colaborador que nos dio la recomendación y nos preguntó: ¿Cómo les fue?, ¿qué les pareció?, ¿les gustó? Respondimos todos con una inmensa sonrisa: “Es la playa más hermosa que hemos conocido”.