Después de varios atardeceres de magnitudes épicas, yo sin cámara, saliendo tarde del trabajo, al salir, me lamentaba de no tener mi “instrumento artístico de captura visual” (a.k.a cámara), y solo el celular (vamos, vamos, todos sabemos que no es lo mismo), veía el cielo al caminar hacia el auto y un profundo lamento era visible en mi rostro. Me decía a mi mismo, otra vez será.
Fue cuando entonces decidí traer mi cámara más seguido conmigo, como quien dice, para estar listo para “cazar atardeceres”. Ese día, el atardecer se veía prometedor desde el medio día (algo de meterología hay en esto de paisajísmo), como explicarlo… por algún motivo, que desconozco científicamente, cuando llueve durante el día, especialmente en la tarde, y el aire está húmedo, cuando viene la puesta de sol, el atardecer, el cielo torna de colores, especialmente gradientes rosados con aqua y, al caer más, el astro rey transforma a un rojo intenso el cielo, perfecto para hacer siluetas.
Desde las 4:30 PM mis compañeros de trabajo ya me ven constantemente verificando el cielo a través de la ventana. En mi última inspección, ví perfectas condiciones, así que salí disparado a buscar el atardecer.
Hice unas tomas cerca del trabajo, pero decidí ir a la Cinta Costera a buscar más tomas, hace rayo quería sacar fotografías en esa área del país, muy fotogénica, por cierto. Mis niveles de emoción aumentaron mientras manejaba por el corredor, simplemente era un atardecer grandioso y empecé a sacar tomas en el corredor (no hagan esto, muy, muy peligroso). Me gustó lo que ví.
Llegué a “La Cinta”, me estacioné y salí corriendo a tomar fotos a la avenida. Es curioso, por no decir jocoso, ver a un chinito encorbatado con cámara encima corriendo por los pasos elevados y demás, “buscando la toma”. Digo esto, por que muchos quedaban mirandomé y sonriendo a la vez, puede decirse que alegré un poco la tarde de muchos jajaja. Valío la pena, logré fotos que buscaba hace ya tiempo, obtuve mi soñado atardecer.